
Desde que tengo uso de razón, vivo creando.
Primero fueron los nenucos, pero esto se me pasó cuando me di cuenta que no quería interpretar el papel de madre una y otra vez. Pasé a las barbies, esta época duró un poco más, porque se me abría un mundo de posibilidades en el que cada día era una aventura diferente. Las barbies podían ser todo lo que yo decidiese, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que no quería que unas muñecas vivieran por mi, quería ser yo la protagonista de esas aventuras. Fue entonces cuando empecé a reunir a todas mis vecinas, les otorgaba un personaje de cualquier serie de moda que estuviese en la tele, y dejábamos volar nuestra imaginación. Eso es los que hoy llamaríamos ‘’improvisación’’.
Unos cuantos años después, esto no ha cambiado mucho, solo que ahora juego encima de un escenario o delante de la cámara, pero con la misma ilusión y energía que entonces.
Así es como afronto cada trabajo, con determinación y esfuerzo pero sobre todo con amor. Amor por cada papel como si fuese aquella Andrea de 10 años en el jardín de su urbanización jugando a los Power Rangers, o las Totally Spies.
Esto y doy gracias por ello, me llevó al Laboratorio de Teatro William Layton, donde aprendí que lo que yo conocía como una ilusión o un “simple´´juego, era un oficio, oficio al que abrazo, lucho y cuido cada día de mi vida.
Andrea Leotte.